
Un punto aparte merecen las obras, a finales de los noventa, de Marta María Pérez, Juan Carlos Alom y Eduardo Hernández Santos al concebir sus series a partir de un examen conceptual, formal y estructuralmente diferente a todos los parámetros establecidos, pasando del expresionismo brutal al marcado erotismo, con fuertes elementos místicos afro-cubanos en los dos primeros; pero entre los tres tienen tendencias de experimentos plásticos y cierta escenificación teatral, aunque diferenciadas entre sí. Las imágenes de Eduardo Hernández son la más alta expresión escenográfica, en cuanto a fotografía se refiere. Centra su atención únicamente en la desnudez del hombre, y hace recordar, en algunos casos, imágenes helenísticas o romanas, pero todas ellas están plagadas de sensualidad homoerótica, creando imágenes únicas e irrepetibles.
Yamila Lomba es una de las pocas
mujeres que se han destacado en la fotografía, en Cuba; aunque proviene
del periodismo, su obra autoral se ha especializado en el manejo del desnudo
a color, yuxtaponiendo imágenes a partir de ideas pre-elaboradas concretamente,
creando cuerpos extraterrestres o inexistentes, con un sentido surrealista.
Sus obras son creaciones únicas e identificativas con ella.
En el caso de los desnudos de Víctor Paneque, éste los asume
con gran fuerza y temperamento, que en algunos casos puede ser chocante y
agresivo. No son meros desnudos, ni clásicas escenas bonitas del cuerpo
humano. Sus personajes, son puros elementos de ficción, pero como si
fueran elementos pertenecientes a una novela erótica contemporánea.
Desde su clásica serie "Café Cubita", pasando por
la serie "Cabareteras" (recordando a las sugestivas bailarinas de
Constantino Arias), su obra nos envuelve en un discurso con vertientes eróticos
obsesivos en cada personaje, no solamente sugiere, sino que afirma y corrobora
lo ya conocido. El artista se decanta y nos presenta cuerpos, generalmente
de mujeres, siempre reales, pero con una realidad tal cual es, sin tapujos,
sin estereotipos, sin doble cara ni moral, tal cual es, tal cual somos, como
realmente nos comportamos en la intimidad, en nuestro interior. Su obra se
presenta con una visión pura de sentimientos y de respeto, pero con
gestos provocadores. Son escenas plagadas de sensualidad y ajuste, con fino
sentido de erotismo y fuera de los efectos pictóricos, anunciando un
enlace de realidad ulterior. Paneque constantemente juega entre los límites
del arte y la pornografía, sin llegar a esta última. Pero insistentemente
nos provoca. De los más jóvenes exponentes del Fondo Cubano
de la Imagen Fotográfica y puntales en la generación que se
avecina, son las imágenes de Gregorio Suárez, Leisis Elisa Cordoví
y Nadalito. Los dos primeros se centran en autorretratos en blanco y negro,
buscando las nuevas tendencias que circundan el universo visual. Se proyectan
hacia lenguajes ricos en símbolos y significados que los ponen al nivel
y escala de lo más nuevo de la producción cubana, al igual que
Nadalito. Sin embargo éste último no realiza autorretratos ni
utiliza los símbolos. Su trabajo está basado en fotografía
de reportaje a color, con énfasis en el tratamiento de temas intrascendentes
e íntimos, vinculados a sucesos personales. Siendo hasta ahora todo
lo contrario del resto de los artistas que le han precedido. Su obra marca
un tratamiento diferente y original a lo que al parecer viene desarrollándose
esta nueva oleada en la fotografía contemporánea cubana.
Lo real maravilloso carpenteriano, de esta joven fotografía,
radica en la utilización de diversos estilos fotográficos (interiores,
desnudos, paisajes urbanos, personajes callejeros, retratos, naturalezas muertas,
manipulaciones y hechos testimoniales). En todo ello se puede observar un
juego magistral de luz y sombras y, por supuesto, una elevada técnica
de impresión, aunque haciendo más énfasis en el retrato
ambiental, pero muy especialmente en el desnudo y utiliza mucho la composición
escenográfica. Su mirada es más franca, tajante, y provocadora.
En algunos casos con cierta ambigüedad, pero en todos se encuentran originales
propuestas de fino sentido plástico, sin copiar las tendencias pictóricas.
Es en este período donde se da a conocer una radical transformación
a diferencia de la generación anterior: hacia variadas filosofías,
en busca de un nuevo héroe y con una nueva poética, que está
dando un vuelco total a lo ya reconocido hasta entonces.
Muchos autores, anteriores a
éstas décadas siguen activos y algunos de ellos utilizan el
color, para su proyección. Tal vez por la influencia de que solamente
se venden materiales a color (por ser el más utilizado en turismo,
por tener más demanda y por ser el más solicitado para la publicidad
y la fotografía comercial). Aunque la mayoría siguen aferrados
al Blanco y Negro porque lo consideran más creativo.
En éste último período del siglo XX, las expresiones
fotográficas se canalizan a través de dos formas fundamentales
de aproximación a la imagen: una, asumida directamente y otra, influenciada
por la presencia de artistas con una formación pictórica, que
bien puede considerarse manipuladoras de la imagen. Sin embargo, la línea
predominante de la fotografía cubana sigue siendo la directa, la cual,
en su desenvolvimiento ha incorporado visiones más reflexivas.
Hay quienes plantean que la fotografía documental y la de prensa en
Cuba prácticamente ya no existe. No se puede ser tan concreto en esta
afirmación. El problema es que esa fotografía tuvo un volcán
arrebatador en la década de los '60, que marcó pauta y estilo
muy particular, creando escuela. También compite contra ella que la
mayor parte de la producción de hoy en día se basa en otros
conceptos y puntos de vistas más creativos (menos periodísticos)
influenciado por las tendencias y gustos de la fotografía occidental.
Pero se puede comprobar en las muestras de fotografía contemporánea
cubana que circulan por el mundo, que todavía hay fotografía
cubana para rato, donde cada vez surgen nuevos exponentes y tendencias de
vanguardia.
En algunos casos son, inclusive egresados de las escuelas de pintura y que
se dedican única y exclusivamente a la fotografía y en otros
casos son individuos solitarios y de formación autodidacta que emergen
de la necesidad de expresarse o tal vez, influenciados por el empuje arrebatador
del Fondo Cubano de la Imagen Fotográfica, que los embulla a estudiar,
pero con una fuerza creativa tal que arrastra y descontrola, todos los parámetros
pre-establecidos.
Mayo 2003