LA OBRA DE HECTOR GARCIA


OBRAS DE HECTOR GARCIA
De las miles de fotografías que conforman el archivo de Héctor García, el niño en el vientre de concreto tiene un significado especial.
“Ese niño soy yo mismo”, ha dicho el connotado Maestro. Nunca supo quién era ese pequeño, ni él se enteró de los flashazos de su cámara al captar su sueño. El hueco en esa pared de los alrededores Garibaldi, una gélida madrugada, es sólo su efímero refugio, para volver luego a un mundo desesperanzador.
Ese era el horizonte que durante mucho tiempo se le ofreció a Héctor. De ahí su identificación con ese universo de miseria y desesperanza. Paradójicamente, esa imagen -que según palabras de André Malraux, ministro francés de Cultura del gobierno de Georges Pompidou, “es una de las más crueles de nuestro tiempo-, le dio años después la oportunidad de ser reconocido internacionalmente.
Alberto Carbot
Uno de los proyectos del maestro Héctor García, con el que siempre había soñado, era el establecimiento de una Fundación en la que se pudiera conservar su legado fotográfico –más de un millón y medio de negativos- para la investigación y el estudio de los materiales que aprehendió durante más de sesenta años de labor ininterrumpida, y de la que existen huellas en colecciones privadas, en museos internacionales, en reportajes en los periódicos y revistas más importantes del mundo, después de una serie de exposiciones individuales y colectivas –a partir de 1960- en las galerías de cuatro continentes: América, Europa, África y Asia.
Ese sueño es ahora una realidad, porque la esposa de Héctor García, María García -fotógrafa- y sus hijos Héctor –también fotógrafo-, Yuri y Amparo, decidieron que a unos cuantos metros de la casa paterna se compara y se arreglara –con los gastos que ello implica- un pequeño edificio para que funja como sede de la Fundación Héctor García, A. C., en la que se impartirán cursos para los jóvenes fotógrafos, se contarán con exposiciones permanentes y temporales y, entre otras cosas, sea un sitio para el diálogo, la discrepancia, la discusión y el entendimiento respecto a esta disciplina. La Fundación Héctor García, A. C., aquí está. Pero en lo sucesivo, dependerá de las instituciones culturales, de las organizaciones públicas, de empresarios, de artistas y amigos de la Fundación que siga viva y en constante renovación para que puedan sufragarse los gastos de mantenimiento y del personal de oficina, así como el pago de los servicios elementales para su funcionamiento.
El medio intelectual y artístico de México debe congratularse –y más entrañablemente el gremio fotográfico- de este esfuerzo inusitado de la familia García, que en la persona de Héctor honra no sólo al mejor fotógrafo vivo de México, sino al arte en general.
Dionicio Morales

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